La prevención de riesgos en el ámbito laboral nos plantea retos importantes tanto a empresarios como a trabajadores. Las empresas que desempeñan actividades esenciales para el sostenimiento de la sociedad tenemos una responsabilidad mayor y debemos avanzar en la implementación de prácticas de prevención que protejan la salud de sus trabajadores y su entorno. Porque cuidarnos a nosotros mismos es cuidar a los demás.
La mitigación de riesgos de contagio es responsabilidad de todos y no sólo debe trascender la interacción con nuestro talento humano en nuestra empresa. Las medidas de prevención deberían practicarse, en lo posible, también en los hogares de nuestros colaboradores. Porque cuidar a los demás es cuidarnos a nosotros mismos.
Cumplir las obligaciones de Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) emitidas por el Ministerio de Trabajo con ocasión de la pandemia es parte de la solución. Pero no suficiente. Conoce las circulares con las instrucciones emitidas por el Gobierno haciendo clic aquí.
Así, materializar en nuestro entorno laboral el criterio “cuidarnos a nosotros mismos es cuidar a los demás” va más allá de cumplir con las normas. Exige mayores esfuerzos que los requeridos para atender las “medidas de protección al empleo” con ocasión de la fase de contención de COVID-19. Y, por consiguiente, implica ir más allá de acoger las medidas preventivas y de mitigación para reducir la exposición y contagio por infección respiratoria aguda. Nos plantea entender nuestras organizaciones en función del impacto derivado del COVID-19 con ocasión de la declaración temporal de emergencia sanitaria, económica y social. Nos pide imperiosamente fortalecer nuestras estrategias integrales de prevención en el entorno laboral.
Cuidar a los demás es cuidarnos a nosotros mismos
La oportunidad de acoger estrategias que fortalezcan la prevención en nuestras organizaciones nunca pudo ser mejor. Hoy, más que nunca, la prevención en el ámbito laboral es pilar fundamental para la generación del bienestar que apalancará la productividad de nuestras organizaciones.
La salud es un estado que no excluye los distintos entornos en los que nos desenvolvemos. Con la misma salud que protegemos y amamos a nuestras familias, trabajamos y atendemos nuestros compromisos laborales. La salud de nuestro equipo — propiciarle entornos seguros de trabajo tanto para su integridad física como mental— es pilar fundamental para la satisfacción tanto de sus necesidades a la vez que nos permite alcanzar los objetivos de nuestra organización en función de la atención de las necesidades de una sociedad que hoy nos necesita más que nunca.
Por ello, adelantar campañas que insten reiteradamente al cuidado de la salud de nuestro equipo en tiempos de COVID-19 lo tenemos que entender en términos de integralidad.
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Las buenas prácticas deben ser acogidas por los miembros del equipo dentro y fuera del ámbito laboral. Somos responsables del desarrollo del autocuidado en nuestros trabajadores, lo cual tendrá como consecuencia que estos puedan alcanzar su propio bienestar.
El bienestar, al igual que la salud, es transversal a la realidad. Es tiempo de tomar medidas para el fortalecimiento de la calidad de vida de nuestro talento humano para el beneficio de todos. Y más, cuando de entornos competitivos estamos trascendiendo a entornos de supervivencia.
Nuestro bienestar y el de nuestro equipo depende de qué tanta conciencia del autocuidado tengamos en nuestros diferentes roles y contextos. En consecuencia, implementar programas de prevención ayudará con la generación de una cultura organizacional garante del bienestar físico, material, social, laboral y emocional de todos.
De los mínimos a los máximos
Lavarnos las manos constantemente, usar tapabocas como medida de prevención para evitar el contagio de los demás —sólo es obligatorio para trabajadores que tienen contacto con público, presentan síntomas de resfriado o trabajan en el sector salud—, evitar la proximidad con los colegas —incluidos todos los saludos que involucren el contacto físico—, así como cubrirse boca y nariz al toser o estornudar, son medidas que nos ayudarán a evitar contagiarnos o contagiar a los demás. Asimismo, evitar tocar nuestros ojos, nariz y boca con las manos, nos hace corresponsables directos en la lucha contra el contagio de COVID-19 en nuestras organizaciones.
No obstante, atender la emergencia en este momento nos brinda la oportunidad de ser estratégicos. Es el momento para desplegar actividades que, además de ayudarnos con las urgencias propias para evitar el contagio de COVID-19, nos permitan activar planes de prevención que incluyan la aplicación de pruebas para el control del consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, capacitaciones para el bienestar del trabajador y sus familias, charlas de sensibilización y actividades de liderazgo que nos permita no sólo evitar el contagio de nuestro equipo dentro del trabajo sino por fuera del entorno laboral.
Una estrategia integral de prevención nos ofrece la oportunidad de motivar a los miembros de nuestro equipo en las prácticas de alimentación saludable, programación neurolingüística (PNL), autocuidado, biodescodificación y bioenergética para el bienestar empresarial, todas las anteriores como alternativas para enfrentar las condiciones de aislamiento.
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Tomar medidas relacionadas con la seguridad y autocuidado del trabajador para prevenir el riesgo psicosocial, motivar hábitos y estilos de vida sanos para fortalecer el equilibrio bio-psico-emocional y trabajar en la prevención de adicciones, mejora la salud del equipo y fortalece los lazos entre sus miembros. Hoy debemos estar todos muy “unidos” para tomar acciones que nos ayuden a ganarle la batalla a la pandemia.
Evolucionar como medida de prevención
Es recomendable que las organizaciones que tienen la suerte de poder seguir trabajando en épocas de confinamiento evolucionen.
En primer lugar, los colaboradores que puedan atender a sus compromisos de manera remota, desde casa, deben teletrabajar. Sigue las recomendaciones para teletrabajar del Mintic aquí.
También, la organización debe mejorar sus estrategias de capacitación, tanto en prevención del COVID-19, como en motivar hábitos de vida saludable, en general.
Y por último, las empresas que desempeñan actividades esenciales para el sostenimiento de la sociedad tenemos una responsabilidad mayor. Estas organizaciones deben avanzar en la implementación de prácticas de higiene para proteger la salud de sus trabajadores, la de sus familias y, en definitiva, la de la sociedad en general.
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Cuidarnos a nosotros mismos es cuidar a los demás. Y hoy, de manera especial, cuidar nuestros equipos de trabajo, además de brindarnos protección a nosotros mismos, es proteger a toda la sociedad en momentos en los que todos, sin excepción, debemos izar las banderas de la humanidad.