La desomorfina es un opioide sintético derivado de la morfina, conocido por sus potentes efectos analgésicos y su alto potencial de abuso. Esta droga se presenta a menudo como una versión más accesible y económica de la heroína, lo que ha llevado a su creciente popularidad en los mercados ilícitos. A pesar de su bajo costo y rápida actuación, la desomorfina tiene efectos devastadores sobre la salud, con un alto potencial adictivo. Es conocida comúnmente por el nombre de «Krokodil», debido a los severos daños en la piel que causan sus usuarios, lo que la convierte en una de las drogas más peligrosas disponibles en el mercado negro.
Krokodil: La Desomorfina en el Mercado Ilícito
La desomorfina, también llamada dihidrodesoximorfina o Permonid (su nombre comercial antiguo), es un análogo de opiáceo creado en Rusia en 1932. Deriva de la morfina, a la que se le eliminó el grupo 6-hidroxilo y se redujo el doble enlace. Esta sustancia es entre 8 y 10 veces más potente que la morfina, lo que genera efectos sedantes y analgésicos fuertes.
Para sintetizar la desomorfina, se usa como base la α-clorocodida. Esta sustancia se obtiene haciendo reaccionar cloruro de tionilo con codeína. Luego, mediante un proceso de reducción catalítica, la α-clorocodida se transforma en dihidrodesoxicodeína. Finalmente, se desmetila para producir desomorfina.
El Nombre «Krokodil» (Desomorfina)
El nombre «Krokodil» viene del ruso крокодил, que significa «cocodrilo». Se asocia tanto con la palabra «clorocodida» como con la piel escamosa que aparece en los usuarios frecuentes. Los precursores de la desomorfina, como las tabletas de codeína, son fáciles de conseguir sin receta. Esto facilita la producción clandestina y populariza su uso.
La desomorfina se ha vuelto una alternativa mucho más barata a la heroína, con un costo entre tres y cinco veces menor.

Efectos del Krokodil (Desomorfina)
El «krokodil» es conocido por su corta duración de efectos, que van de 90 minutos a 2 horas, lo que induce a los usuarios a inyectarse varias veces al día, aumentando así el daño en el cuerpo. A pesar de su rápida actuación, los efectos secundarios de la desomorfina son devastadores:
- Daño en los tejidos: Uno de los efectos más notorios del uso de krokodil es el daño severo en la piel y los tejidos blandos, lo que incluye la necrosis y gangrena. Los usuarios desarrollan úlceras, infecciones en los huesos y necrosis en áreas como orejas, nariz y labios. Esto puede requerir amputaciones y causar infecciones que afectan huesos y dientes.
- Efectos tóxicos: La desomorfina producida de manera clandestina es extremadamente impura, lo que hace que contenga subproductos orgánicos tóxicos y corrosivos que son responsables de los daños graves en los tejidos. La droga no se disuelve completamente en la sangre, lo que contribuye a la acumulación y necrosis de los tejidos.
- Adicción y dependencia: Al igual que otros opioides, la desomorfina es extremadamente adictiva, y el uso frecuente puede generar una rápida dependencia física y psicológica. El proceso de fabricación clandestino, que dura alrededor de 30 minutos, permite que los usuarios obtengan rápidamente dosis de la droga, lo que incrementa su potencial adictivo.
Riesgos de Salud y Mortalidad
Desde principios de los años 2000, el abuso de la desomorfina ha crecido principalmente en Rusia. Con el tiempo, la droga se ha extendido a Ucrania, Alemania, Argentina y Estados Unidos. La expectativa de vida de los adictos es muy baja. Muchos usuarios mueren entre dos y tres años después de empezar a consumirla debido a los daños graves en sus cuerpos.

Otros Ingredientes en la Mezcla
La desomorfina casera suele mezclarse con otros productos químicos no deseados. Estos provienen de la reacción con excipientes o sustancias acompañantes, como cafeína, paracetamol o incluso difenhidramina, que potencia los opioides. Además, la mezcla puede contener tropicamida, un compuesto presente en gotas oftálmicas.
Propagación y Mercado Ilegal
El krokodil ganó popularidad en Rusia y luego apareció en otras partes del mundo. En 2011, reportaron casos en Alemania y Estados Unidos. En 2014, documentaron los primeros casos en México. Esta expansión internacional muestra la grave amenaza que la desomorfina representa para la salud pública global.