Estos dispositivos, dirigidos a entidades de salud públicas y privadas, se utilizan para el control y detección de enfermedades infecciosas como sífilis, VIH, dengue, hepatitis A, B y C, entre otras.
“El informe mundial de la OMS sobre las hepatitis 2017 (WHO Global Hepatitis Report, 2017) revela que la gran mayoría de los afectados carecen de acceso a las pruebas de detección y los tratamientos que podrían salvarles la vida. Ello significa que millones de personas corren el riesgo de que la infección que sufren evolucione lentamente hacia la insuficiencia hepática crónica, el cáncer y la muerte”.